Fernando MENDES VIANNA, «Traducción de una selección de poemas de A rosa anfractuosa»
DOI:
https://doi.org/10.24197/her.21.2019.633-643Resumen
No existe traducción sin lectura, y lectura crítica. Precisamente en Mendes Vianna, la vis de traductor y fiel lector tiñe al estilo: percibimos ecos e intertextualidades del Siglo de Oro español y del Romanticismo inglés, en sonetos de redondez quevediana, y musicalidad acompasada, en la sonoridad de vocablos rescatados a las mareas del tiempo y la incultura. Su Albatros nos trae a la memoria aquel otro albatros de la Balada del Anciano Marinero, The Rime of the Ancient Mariner (1798) de Samuel Coleridge. Ansia de eternidad, reflexión comedida sobre amor y muerte, se ensamblan con la naturaleza, que acompaña los retablos-poemas como más que paisaje, con inquietante belleza. Juegan entre versos aves leves y certidumbres pesadas, sin colisión. Hay aves menores, (mochuelos) y mayores (buitres, urubúes), como si el poeta contemplase desde lo alto el panorama, brindando una posición de abstracción y penetración sensitiva.
Predomina en sus cuadros-poemas la tonalidad azul, no como el de Rubén Darío, sino de Da Vinci, una vaga y misteriosa neblina que todo lo permea. Hay, en fin, humanidad a manos llenas y poesía en estado puro.
Nuestra traducción trata de ajustarse a la musicalidad manteniendo el caudal de fondo en una forma consabidamente no traducible. A veces hemos optado con riesgo por una inversión del orden de palabras, o por la adición de un término inexistente para preservar un ritmo hondamente marcado en el original. Siempre ha sido prioridad intentar no mancillar el alma del poema, su eje y su mensaje, su partitura.
Rastrear la rosa en la poesía sería infinito: Vinícius de Morães (O Poeta e a Rosa), Sor Juana Inés de la Cruz, (Poema a una rosa), Pablo Neruda (Oda a la rosa), Garcilaso de la Vega (En tanto que de rosa y azucena), Unamuno (La luna y la rosa), Alberti (El testamento de la rosa), Emilio Prados (Rosa interior), José Martí (Cultivo una rosa blanca) y Vicente Huidobro (Arte poética) que decía: Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!/ hacedla florecer en el poema.
Es esta flor rara, rosa celeste o azul, la que florece en A Rosa Anfractuosa. La selección presentada persigue ofrecer un sesgo de su poesía más íntimamente humana, su mística cotidiana, su amor por la palabra y su fascinación por los eventos celestiales. Es nuestro deseo que este ramillete encienda la curiosidad e impulse a conocer más a este poeta del mar y de la rosa, hechos uno en el misterio del corazón, para por fin decir con Silesius: La rosa es sin por qué, florece porque florece, que según Borges definía lo que es poesía.
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